(06)Clima

Hardin describe a un grupo de individuos de una zona X, que, motivados por el interés personal y actuando de manera racional e independiente, terminan sobreexplotando un recurso común que es limitado. Hardin lo ejemplifica con un pastizal en el que varios pastores llevan cada vez más y más ovejas hasta colapsar él espacio (algo parecido a lo que hoy sucede con otros recursos de uso común explotados como las pesquerías de océano abierto en Chile y el mundo; la sobreocupación y deterioro de los parques nacionales por exceso de visitantes o el problema de acceso y uso del agua). Y aunque racionalmente sabemos que estamos degradando el sistema y las funciones ecológicas de nuestro planeta, hacemos muy poco por solucionarlo. Para Hardin, esto se produjo por el crecimiento demográfico del planeta y los “recursos comunes negativos” (externalidades) que se originan de este crecimiento. Por lo mismo, su trabajo no estuvo exento de críticas. Se propuso que Hardin hacía una propaganda para incentivar la propiedad privada en países desarrollados o para introducir regulaciones externas en países en vías de desarrollo entre otras cosas.

Por su parte, el libro Governing the commons ("El gobierno de los comunes", 1990) de Elionor Ostrom (la primera mujer en ganar el premio Nobel en economía conmemorativa), profundiza sobre esta tragedia, pero propone algo distinto. A partir de variados ejemplos, Ostrom expone la idea de que los bienes comunes pueden ser manejados sosteniblemente, y dice que la noción de que la propiedad común de recursos naturales ha sido mal manejada no se apoya en ninguna evidencia. La autora demuestra que las agrupaciones cooperativas desarrollan sofisticados mecanismos de decisión, aplicación de normas y reglas para manejar sus recursos de manera satisfactoria, y presenta abundante evidencia y una aproximación a los estudios teóricos y empíricos de manejo de recursos desde una perspectiva histórica, ecológica, económica e institucional. Plantea que el juego no se encuentra en el campo de la eficiencia o la optimización de estándares de derechos de propiedad. Además, cuestiona la manera en que las instituciones que manejan los recursos comunes (CPR por su sigla en inglés) se ven arrastradas por la interpelación de la eficiencia económica de los diferentes tipos de derechos de propiedad. Piensa que esta es la razón por la que algunos colectivos persisten durante mucho tiempo y otros no. Una de las claves que demuestra es que las CRP en lugares remotos funcionan bien en base a relaciones de reciprocidad y confianza y que son capaces de lograr bajos costos de gobernabilidad (es lo que ocurre en nuestras áreas de manejo costeras, por ejemplo, gestionadas por sindicatos de pescadores artesanales). Sin embargo, en lugares más cercanos a las ciudades existe un factor adicional que complica la operación y es el sistema político circundante. El clima de la Tierra es un bien común global y si se degrada, todos sufrimos. Los beneficios que alguien obtiene de las acciones que contribuyen a tal degradación, se traducen en perjuicios para todos nosotros y también para las generaciones venideras. Este libro es una lectura imprescindible para cualquiera que esté preocupado por los impactos de un asunto común, el cambio climático.